Hace un mes
aproximadamente una empleada de los servicios de calidad de la empresa
Reparalia se ponía en contacto conmigo para hacerme una encuesta sobre la
satisfacción en los servicios prestados por la empresa en mi domicilio.
Le comuniqué
que mi valoración era de un 0, debido a las reiteradas agresiones que he
sufrido en mi domicilio de Ateca (España, Calle Barrio Nuevo Nº21, C.P 50200) por
los operarios de Reparalia.
La primera agresión
se dio a finales de diciembre de 2013. De esa agresión envié un comunicado al
Consejo de Administración de su empresa.
Hace una
semana otro empleado de los servicios de calidad de Reparalia volvió a pedirme
por teléfono valoración del último de sus servicios en mi domicilio de Ateca
(Era una falta de respeto reiterada).
Mi
contestación volvió a ser que la valoración era extraordinariamente negativa.
No comprendo muy bien la insistencia
de los servicios de calidad en preguntar sobre mi valoración con respecto a
ellos, o más bien, sí que puedo entenderlo y voy a tratar de explicarlo.
Hace seis
meses, en diciembre, solicité la prestación denominada “Manitas”, que según mi
póliza tengo derecho a recibir a lo largo de todo el año del contrato, en dos
ocasiones y con una duración de dos horas cada una.
Durante la
primera prestación de servicios de dos horas, dos empleados de su empresa se
negaban en principio a resolver los problemas del goteo de un grifo del cuarto
de baño y de la obstrucción de otro grifo en el fregadero de la cocina. Como yo
era consciente de que mi póliza me daba este servicio de dos horas para el
arreglo de pequeñas reparaciones les insistí en que deberían arreglarlos. Se
negaron y en ese momento, después de que se comunicaran por teléfono con la
empresa y de que la empresa pusiera alguna pega, les conminé a que abandonaran
inmediatamente mi domicilio.
De este
hecho ocurrido tienen datos en una carta que les envié tanto a Amtrust
International como a Reparalia España y a Endesa España, que era la que me
había empujado a contratar sus servicios, se examinaba en la carta de tres
folios pormenorizadamente toda la agresión que sufrí cuando me cogieron del
cuello negándose a abandonar mi domicilio.
No obstante,
y después de varias comunicaciones con el Director General de Atención al
Cliente de Reparalia España, d. Agustín Domínguez, no presenté denuncia ante
los juzgados.
Me enviaron a otros dos trabajadores
uniformados como operarios de Reparalia que no eran de la subcontrata de los
empleados que me agredieron (“CERAMICAS BIBILIS, S.L”) según se identificaron y
resolvieron uno de los problemas, ya que el problema de la obstrucción del
grifo de la cocina lo resolví yo mismo con un alambre. Estos operarios fueron
muy educados y amables.
El Director
de Calidad me aseguró que jamás enviarían a ningún empleado de la subcontrata
“CERÁMICAS BIBILIS, S.L” que me había
agredido en mi domicilio de Ateca.
Pasado el
tiempo y en el mes de marzo traté de utilizar otro contrato de seguro que mantengo
con ustedes “Contrato Electricidad Total Plus” y pedí que me revisaran, también
en el apartado de dos horas de un “Manitas” para tareas del hogar, un enchufe
que falla y abrir un nuevo punto de luz, cambiar una lámpara y arreglar un
interruptor. En esta ocasión vinieron dos empleados de la empresa de Calatayud
(España) denominada SANICOR (Situada en la Calle Madre Puy, 2).
Desconfiando del personal que me podían mandar y teniendo
en cuenta la agresión que había sufrido previamente con los trabajadores de la
subcontrata de Reparalia, me aseguré en esta ocasión de no estar solo durante
la reparación, y así había concertado desde Zaragoza la visita en la misma hora
y en el mismo dia de un cristalero que me repararía un cristal de la puerta de
entrada. Así mismo, y dada mi imposibilidad de conducir, me llevó desde
Zaragoza un chofer que, a la par, soldaría una puerta de un corral que tengo
enfrente de la vivienda.
A la reparación llegan dos operarios de Reparalia, uno de
ellos propietario de la subcontrata SANICOR y otro más que, aunque no era uno
de aquellos agresores, reconocí que formaba parte de la subcontrata “CERÁMICAS
BIBILIS, S.L” cuyos operarios me habían agredido, faltando así a la promesa del
Director de Calidad de no enviarme a ningún operario de aquella subcontrata.
Éstos suben a la casa, les explico las reparaciones dándose un ambiente de
conversación entre ellos de auténtica agresión psicológica hacia mí. Me
pregunta uno de ellos insistentemente si iba a estar solo en mi casa de Ateca
durante muchos días. Lo preguntan hasta 4 veces y a ninguna de ellas respondí.
La conversación entre ellos era del tenor de que era gente que podía hacerle “un
favor” a cualquiera.
Me di cuenta inmediatamente que habían estado en
comunicación con los operarios que me agredieron y estaban en un tono de
autosuficiencia y falta de respeto impropio de cualquier trabajador con un
cliente y en una casa ajena.
Sus insinuaciones
de carácter sexual me producían tal repulsión y asco, pero a la par miedo dados
los antecedentes de agresión que pudieron matarme.
Yo sólo esperaba
que terminaran y no me atreví, como en la ocasión anterior, de expulsarlos
radicalmente de mi propiedad privada, porque la juerga que se llevaban auguraba
mal final.
Nunca he podido entender mejor las agresiones de género
que se producen, pero este acoso psicológico me dejó con incapacidad de
respuesta porque estos operarios representaban el machismo más nauseabundo que
nadie pueda imaginar. Éstos representaban la España Negra, la España fascista
más reaccionaria de la dictadura, la España sin derechos humanos, con unas
alusiones homófobas radicalmente punibles, repugnantemente groseras y todo esto
hoy dentro de una Constitución democrática asentada en derechos, respetuosa con
la propiedad privada y con leyes de defensa del consumidor.
La náusea y repugnancia que yo sentía, el terror
psicológico a ser agredido por aquellos individuos que llegan a la casa de una
persona mayor, enferma, sintiéndose libres para usar un doble lenguaje analfabeto
de frases comunes y malintencionadas generan en mí la humillación más
importante que haya tenido nunca en mi vida.
Cuando en esta circunstancia y transcurridos tres cuartos
de hora, llama a la puerta el cristalero de Calatayud, que se había retrasado, y
empieza a arreglar el cristal. Estos otros dos individuos de Reparalia sufren
un parón en su verborrea repugnante.
Al cuarto de hora llega mi chofer que ha terminado de
reparar la puerta del corral. La sorpresa de los dos sujetos les lleva a
preguntar al cristalero si se había traído ayudante, se lo preguntan hasta en 4
ocasiones. El cristalero, que era consciente del clima ofensivo que se estaba
produciendo me mira, se sonríe y les deniega decirles nada sobre aquel nuevo
hombre que acababa de llegar y que no era otro que el chofer que me había
traído desde Zaragoza. Este buen profesional de la cristalería, termina su
trabajo, me saluda y se marcha.
Cuando los dos
interfectos se dan cuenta de que el chofer no viene con el cristalero, su
actitud verbal aumenta en grados de ofensa haciendo alusión a que con dinero se
tiene lo que se quiere, alusión que se refería al chofer.
Terminaron rápidamente el trabajo, no como les había
indicado, de colocar una lámpara sobre un escritorio para poder encenderla y
apagarla según yo la necesitara, si no que la conectaron directamente con la
lámpara central de la habitación, de tal manera que se enciende y se apaga con
el interruptor de dicha lámpara. Este profesional de Reparalia no traía ningún
tipo de material, habían incluso sujetado un cable blanco en una pared blanca
con unas grapas negras que llevaban en los bolsillos, ya que las que había
comprado yo eran pequeñas.
Como digo, el propietario de SANICOR hace terminar
rápidamente al operario el trabajo y en presencia de mi chofer me dice con
gesto autoritario, “venga, sube y firma los papeles”. Me conmina a subir desde
la habitación al comedor y mientras sube, va repitiendo “Así que d. Manuel, así
que d. Manuel, así que d. Manuel” (con esa expresión reiterada empieza a
reconocer que no habían sido llamados para hacer ningún favor de índole sexual
a nadie y se da cuenta el propietario de que estoy acompañado hasta por mi
chofer que era el encargado de traerme a Zaragoza de vuelta, dándose cuenta
este individuo de que yo soy d. Manuel y de que ninguna persona es inferior a
otra, además de que un cliente es siempre un cliente, y que la intención de
estos dos operarios era nauseabunda. Interpreto que se habían reído de mi junto
con los dos operarios que me habían agredido con anterioridad y que vinieron a
mi casa como “Manitas” a hacerle “un favor al viejo rico”. Está claro que
habían hablado con los que me habían agredido hacía unos meses.
Todo este atropello solo se puede entender dentro de unos
esquemas mentales de la España Negra, la España machista, la España
autoritaria, la España violenta, la España de Puerto Hurraco. Los operarios se
atrevían a insinuar al viejo, que por lo que se ve “lo iban a satisfacer” y
“meter” etc, etc, etc…Nunca un profesor con dos carreras universitarias, con
dos oposiciones impartiendo clase en su momento en la universidad podía, como
me pasó a mí, entender lo que estaba sucediendo.
El Director de Calidad de Reparalia d. Agustín Domínguez
se había negado a darme los nombres de los dos agresores físicos de la
subcontrata de Reparalia “CERÁMICAS BIBILIS, S.L” porque decía que no podía
saberlo. D. Agustín, para vengarse del viejo que había protestado, se encargó
de mandar a otros dos operarios de otra subcontrata de Reparalia “SANICOR” que,
aunque en esta ocasión (probablemente al estar acompañado del cristalero y del
chofer/soldador, que era un joven militar español llegado de la Guerra de
Afganistán) no llegaron a la agresión física, pero sí a la agresión y
maltrato psicológico de género desde el
momento en que entraron a mi propiedad privada. Casi puedo afirmar que las dos
subcontratas son la misma empresa ya que intercambian sus trabajadores. Si esto
es así no cabe duda de que no aprendieron nada de su agresión inicial y que han
vuelto a intentar una agresión todavía más grave.
Debo denunciar también que el individuo o propietario de
SANICOR me hizo firmar el justificante de su actuación en blanco y yo, por
miedo, no pude decir absolutamente nada, ya tenía ganas de que se marcharan
inmediatamente.
Exijo la dimisión inmediata del cerebro de esta macabra
situación contra mi dignidad, que es el Director de Calidad de Reparalia, D.
Agustín Domínguez. Bien por cómplice o por omisión radical dentro del área en
la que él es el máximo responsable. Posiblemente para remachar más en la
agresión hace que me llamen en pocos días, dos veces, operarios de calidad para
preguntarme sobre mi opinión de las intervenciones en mi domicilio.
Quiero manifestar que hago responsable a Amtrust
International Limited, con domicilio social en 40 Westland Row, Dublin 2
(Irlanda).
Al igual que al mediador Reparalia Direct S.L.U, agencia
de seguros vinculada, inscrita en el Registro Administrativo Especial de
Mediadores de Seguros de la DGSFP con la clave AJ137, la cual tiene suscrito
seguro de responsabilidad civil y dispone de la capacidad financiera necesario
legalmente exigida, y con domicilio social en Camino Cerro de los Gamos 1
Edificio 5, 28224 Pozuelo de Alarcón, Madrid.
Pido también una
reparación por parte de Endesa, empresa que me empujó a contratar los servicios
de Reparalia y cuyo anagrama figura junto al de Reparalia en los contratos.
Espero me
pidan excusas sobre toda esta problemática y que en esta ocasión sí que en un
escrito firmado por parte de estas tres empresas me comuniquen que prescinden
de esas dos empresas subcontratas que son la misma asegurándome de que nunca
les van a pedir colaboración para las actividades de ustedes.
Atentamente
Fdo. Manuel Pérez Barra.
Nº de
Póliza: 08580236
23/06/2014