CONSUMIMOS LOS MEJORES AÑOS DE NUESTRA JUVENTUD. HISTORIA DE LA LUCHA DE MANUEL PEREZ BARRA POR LAS LIBERTADES
Fecha de publicación: 28/04/2011.
LOS
ACTUALES MOVIMIENTOS DE LOS CIUDADANOS DE LOS PUEBLOS ÁRABES DE LA
CUENCA MEDITERRÁNEA, ME HAN HECHO RECORDAR CON GRAN FUERZA LA LUCHA
EN LA CLANDESTINIDAD CONTRA LA DICTADURA FRANQUISTA, EN LA QUE
CONSUMIMOS LOS MEJORES AÑOS DE NUESTRAS
VIDAS.
http://www.manuelperezbarra.blogspot.com
Nuestra querencia de época y por juventud era la estética y la filosofía hippy, sin embargo la clandestinidad nos obligaba a llevar el pelo corto, y las formas de vestir más tradicionales.
Tanto en las dictaduras como en las democracias para que se den cambios sociales deben implicarse los pueblos. En la dictadura la actividad política la vivíamos radicalmente aterrorizados, pues la clandestinidad crea un fenómeno de alerta permanente y de inseguridad, ya que si te cogen acabas en la tortura, en la cárcel o en la muerte. Compañeros de partido tuvimos que después de haber sido detenidos y torturados , aparecía en la prensa de la Dictadura que se habían querido escapar y
se habían tirado desde una séptima planta . La verdad era que se los cargaron en la tortura y lo justificaban con la imaginaria fuga. .
En una democracia el riesgo no existe, es simplemente la opción de perder parte de tu tiempo, y de poner tus conocimientos en favor de la sociedad, para transformarla a mejor. Hay que superar la posición acomodaticia y de sumisión al poder que viene de los mas de 30 años de Dictadura autoritaria y otros 30 de acriticismo y manipulación potenciado por algún partido de la Democracia. No podemos creer a los que dicen que hay que “nadar y guardar la ropa “ posición inmadura y de poca valentía democrática.
Todos los pueblos que quieran cambiar. La Historia nos enseña que deben implicarse en las actividades del cambio.
Por ejemplo en Ateca una sola persona no puede ser capaz de cambiar la decadencia y atonía de 20 años de política vacía y vana, este cambio no sería efectivo. Para cambiar de verdad debe implicarse un grupo importante de atecanos Y además en una Democracia como en la que estamos , se deben conseguir unas votaciones mayoritarias por el cambio.
LOS QUE LUCHAMOS CONTRA LA DICTADURA FRANQUISTA NOS JUGABAMOS LA CARRERA, EL ESTAR EN LA CÁRCEL , LA TORTURA , E INCLUSO LA VIDA. BUSCABAMOS LA LIBERTAD , LA JUSTICIA , LA IGUALDAD . EL SACAR A ESPAÑA DEL RETRASO HISTÓRICO Y LLEGAR A LA DEMOCRACIA.
http://www.manuelperezbarra.blogspot.com
Nuestra querencia de época y por juventud era la estética y la filosofía hippy, sin embargo la clandestinidad nos obligaba a llevar el pelo corto, y las formas de vestir más tradicionales.
Tanto en las dictaduras como en las democracias para que se den cambios sociales deben implicarse los pueblos. En la dictadura la actividad política la vivíamos radicalmente aterrorizados, pues la clandestinidad crea un fenómeno de alerta permanente y de inseguridad, ya que si te cogen acabas en la tortura, en la cárcel o en la muerte. Compañeros de partido tuvimos que después de haber sido detenidos y torturados , aparecía en la prensa de la Dictadura que se habían querido escapar y
se habían tirado desde una séptima planta . La verdad era que se los cargaron en la tortura y lo justificaban con la imaginaria fuga. .
En una democracia el riesgo no existe, es simplemente la opción de perder parte de tu tiempo, y de poner tus conocimientos en favor de la sociedad, para transformarla a mejor. Hay que superar la posición acomodaticia y de sumisión al poder que viene de los mas de 30 años de Dictadura autoritaria y otros 30 de acriticismo y manipulación potenciado por algún partido de la Democracia. No podemos creer a los que dicen que hay que “nadar y guardar la ropa “ posición inmadura y de poca valentía democrática.
Todos los pueblos que quieran cambiar. La Historia nos enseña que deben implicarse en las actividades del cambio.
Por ejemplo en Ateca una sola persona no puede ser capaz de cambiar la decadencia y atonía de 20 años de política vacía y vana, este cambio no sería efectivo. Para cambiar de verdad debe implicarse un grupo importante de atecanos Y además en una Democracia como en la que estamos , se deben conseguir unas votaciones mayoritarias por el cambio.
LOS QUE LUCHAMOS CONTRA LA DICTADURA FRANQUISTA NOS JUGABAMOS LA CARRERA, EL ESTAR EN LA CÁRCEL , LA TORTURA , E INCLUSO LA VIDA. BUSCABAMOS LA LIBERTAD , LA JUSTICIA , LA IGUALDAD . EL SACAR A ESPAÑA DEL RETRASO HISTÓRICO Y LLEGAR A LA DEMOCRACIA.
Mi propensión a la lucha por la justicia me venía desde muy joven, y así mi actividad social había comenzado a los 14 años en movimientos sociales de ayuda a los pobres, desde una Iglesia Católica sumamente comprometida y renovada por el Concilio Vaticano II, movimientos como el de la Hermana Vivas, Curas Obreros, etc, etc.
Iniciamos la lucha política en 1970 en la Escuela Universitaria del Profesorado, hoy denominada Facultad de Educación. Unimos la lucha a través de Comités de Estudiantes al movimiento Universitario en contra de la Dictadura. Entramos en el partido político “Larga Marcha hacia la Revolución Socialista”(de inspiración maoista), Partido que más tarde acabaría después de distintas unificaciones en el Partido del Trabajo de España (PTE).
Aprendimos Marxismo en los bajos de la Antigua Facultad de Medicina , leímos a Karl Marx, Friedrich Engels, Vladímir Ilich Lenin, Bachofen, Rosa Luxemburgo, Bakunin , Mao, etc, etc.
En muchas ocasiones dirigidos por Jose Antonio Biescas, y con sus propios escritos teóricos uno de los máximos dirigentes en la clandestinidad de “Larga Marcha....”), que más tarde sería Consejero de Economía en uno de los primeros Gobiernos Autónomos del PSOE en Aragón).
Visitándole
en su despacho de la Universidad pude comprobar como ayudaba a
realizar la tesis Doctoral a alguien que cuando salió del despacho
me dijo que era Alierta, hijo del que había sido Alcalde de Zaragoza
durante la Dictadura, y que hoy dirige Telefónica de España.
Los
viajes que hicimos en esta época a Campos de Trabajo para
estudiantes en Inglaterra o en Francia, acababan pasando siempre por
el Barrio Latino de París, donde comprábamos libros prohibidos en
España, y que en el fondo de nuestras mochilas pasaban la frontera
con mucho miedo a ser descubiertos en algún Registro de la
misma.
Una anécdota muy significativa de la clandestinidad fue el día 27 de septiembre de 1975, cuando se me encomendó por parte del Partido, acudir a primeras horas de la mañana al Banco Zaragozano, que es el que ocupa el espacio entre San Gil y Plaza de España.
Allí Jose Antonio Biescas, Catedrático de Economía, dirigía los Servicios de Investigación del Zaragozano, desde los que tenía acceso directo a información privilegiada con Madrid.
Era el día en que estaban en el alero las últimas penas de muerte firmadas por Franco, y la cuestión era recibir información de Biescas, de si se había conseguido la conmutación por cadena perpetua. La actividad del Partido en plena Dictadura había sido extenuante para conseguir que no se llevaran a cabo los cinco fusilamientos.
Ensayamos nuevas tácticas de guerrilla urbana, y así por ejemplo colocamos unas cadenas en el Puente de San Miguel, que crearon un auténtico atasco monumental, hasta que llegó la Policía para cortarlas. Habíamos estado en manifestación permanente durante meses, prácticamente habíamos cerrado la Universidad, llegando a sacar a la calle a 3.000 estudiantes en manifestación.
Cuando llegué al Banco a primeras horas de la mañana, subí a la planta que dirigía Jose Antonio. Cuando entré a su despacho le pidió a su secretaria que no nos molestase nadie, y en ese momento se desplomó en un abrazo conmigo, completamente emocionado, con estas palabras, Manolo se los han cargado, se los han cargado. Yo salí de ahí conmocionado y llevé la información al Partido.
Una anécdota muy significativa de la clandestinidad fue el día 27 de septiembre de 1975, cuando se me encomendó por parte del Partido, acudir a primeras horas de la mañana al Banco Zaragozano, que es el que ocupa el espacio entre San Gil y Plaza de España.
Allí Jose Antonio Biescas, Catedrático de Economía, dirigía los Servicios de Investigación del Zaragozano, desde los que tenía acceso directo a información privilegiada con Madrid.
Era el día en que estaban en el alero las últimas penas de muerte firmadas por Franco, y la cuestión era recibir información de Biescas, de si se había conseguido la conmutación por cadena perpetua. La actividad del Partido en plena Dictadura había sido extenuante para conseguir que no se llevaran a cabo los cinco fusilamientos.
Ensayamos nuevas tácticas de guerrilla urbana, y así por ejemplo colocamos unas cadenas en el Puente de San Miguel, que crearon un auténtico atasco monumental, hasta que llegó la Policía para cortarlas. Habíamos estado en manifestación permanente durante meses, prácticamente habíamos cerrado la Universidad, llegando a sacar a la calle a 3.000 estudiantes en manifestación.
Cuando llegué al Banco a primeras horas de la mañana, subí a la planta que dirigía Jose Antonio. Cuando entré a su despacho le pidió a su secretaria que no nos molestase nadie, y en ese momento se desplomó en un abrazo conmigo, completamente emocionado, con estas palabras, Manolo se los han cargado, se los han cargado. Yo salí de ahí conmocionado y llevé la información al Partido.
Un
recuerdo muy intenso que también guardo, fue cuando en un momento
determinado desde Comités de Estudiantes nos dicen que van a haber
redadas. Que posiblemente sobre las 4 de la madrugada acudan a mi
casa para detenerme. Y nos piden que abandonemos inmediatamente
Zaragoza, todos los Coordinadores de los Comités de las distintas
Facultades Universitarias, y las personas más próximas que hayan
podido ser detectadas con nosotros, la acción debe ser inmediata.
Mi
familia desconocía mi afiliación a la Organización, Jose Luis
Melendo vecino mío, y colaborador muy directo entendí que también
debería abandonar Zaragoza. Hablamos y le dije que yo iba a decirle
a mi padre que me iba, y que supieran que a lo mejor iba la
político-social a buscarme por la noche. Jose Luis me dice que él
no dice nada en su casa, no se atreve a decirle a su padre que está
organizado en la clandestinidad.
Yo
acudo directamente al Juzgado donde trabajaba mi padre, y se extrañó
porque eran horas de clase. Le dije lo que había, que esa noche o
las noches siguientes había posibilidad de que fueran a detenerme,
que estaba en una Organización clandestina en contra de la
dictadura. Que me iba a ir unos días, que no se asustaran.
Aún
se me ponen los pelos de punta cuando aquel hombre echa mano a su
cartera, me da todo el dinero que tiene, un abrazo, y me dice
¡Suerte!
Pero
el recuerdo es todavía más intenso cuando me contaron que a la
mañana siguiente la madre de Jose Luis pasó desesperada a hablar
con mi madre, para ir juntas a la Policía, porque le dijo a mi madre
que Jose Luis no había ido a su casa, y mi madre le dijo que yo
tampoco.
Y
lo emocionante es que una mujer como mi madre, que no quería saber
absolutamente nada de líos políticos, estuvo convenciendo a Pilar,
la madre de Jose Luis, para no ir a la Policía porque era peor.
De
tal forma que se dieron algunas de las premisas de la literatura de
Gorki, donde hay procesos de toma de conciencia inmediatos sobre la
realidad y la dictadura, tal y como les ocurrió a estas 2 madres.
Desde aquí quiero agradecer el apoyo que a nuestra actividad dieron periodistas e intelectuales de Aragón como Jose Luis Trasobares, en aquel momento en el Heraldo de Aragón, que en gran cantidad de ocasiones se arriesgó publicando notas que mandábamos desde nuestro Comité, y que eran inasumibles por la Dictadura. Lo mismo hizo Eloy Fernández Clemente, director de la Revista Andalán e intelectual aragonés, que en ocasiones publicó nuestros presupuestos sobre la Educación Progresista.
Estudié el Bachillerato Superior en el Colegio Santo Tomás de Aquino, colegio privado, propiedad de la familia Labordeta. Tuve como profesor a Miguelón Labordeta, hermano de Jose Antonio Labordeta y uno de los poetas más importantes del s.XX aragonés. Dirigía el colegio un hermano de estos, Manuel Labordeta, y en ese centro se encontraba un grupo de profesores marginados por la Dictadura, pero que representaban la educación más liberal que se podía tener en Zaragoza.
Jose Antonio Labordeta no estaba por el Centro, ya que se encontraba en Teruel, en un Instituto que marcó época, con profesores como él mismo, o Eloy Fernández Clemente y otros. Y del que salieron economistas como Manuel Pizarro, periodistas como Federico Jiménez Losantos, etc, etc.
http://www.manuelperezbarra.blogspot.com
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